En el capítulo 58 del profeta Isaías, el Señor envía una fuerte reprensión a su pueblo, el cual, continuamente a lo largo de más de 800 años, ha practicado una religiosidad externa e hipócrita.
Los Judíos provocaron al Señor de muchas maneras, incluyendo la idolatría; pero en este punto de la historia (cerca del año 700 a.C.), su pecado se enfoca en el hecho de pretender ser justos, a pesar de haber fallado totalmente en su compromiso de ser un pueblo Santo, consagrado, que debía obedecer la ley recibida en los tiempos de Moisés, lo cual era determinante para poder recibir las bendiciones del capitulo 28 del libro de Deuteronomio.
Dios escogió a Abraham, para levantar un pueblo Santo, en el cual mostraría su gloria y su poder, un pueblo del cual podría gloriarse por causa de su obediencia y piedad.
Pero a lo largo de las generaciones, encontramos que los Judíos permanecían fieles en su culto a Dios solamente por cortos periodos, pues la mayor parte del tiempo fallaron en el cumplimiento del pacto. No fueron obedientes, no se condujeron como un pueblo especial, sino que cometieron las mismas abominaciones que los demás pueblos paganos. Aún sus Reyes y sacerdotes fallaron al dirigir correctamente al pueblo, y la decadencia espiritual se hizo notoria.
Los Judíos vivían ciegos y ajenos a los principios espirituales que contenían las ordenanzas de la ley, y en esa condición desarrollaron un estilo de vida religioso que no incluía la piedad, ni la santidad que Dios demandaba.
Por esto, surgió la necesidad de que el Profeta de Dios levantara su voz, este debía declararle al pueblo cual era la condición en que había caído. Era necesario que el pueblo de Dios reconociera su rebelión y su pecado, por ello Dios le da la siguiente instrucción a Isaías:
ALZA TU VOZ Y ANUNCIA A MI PUEBLO SU REBELION Y A LA CASA DE JACOB SU PECADO (ISA.58:1)
La rebelión que Dios señala a su pueblo, es la desobediencia a las instrucciones divinas, y el pecado mencionado es la Hipocresía.
Dios resiste a los altivos, porque su comunión intima es con los humildes; pero también resiste a los hipócritas que tienen confianza en sí mismos como justos. El Señor se agrada únicamente de los que le obedecen, esto es el cumplimiento de Pro.28:9
EL QUE APARTA SU OIDO PARA NO OIR LA LEY, SU ORACION TAMBIEN ES ABOMINABLE.
LA HIPOCRESIA DE LOS JUDIOS.
A pesar de su estado de pecado, los Judíos buscaban al Señor, querían conocer sus caminos, comportándose como gente que había hecho justicia. Es decir, que pasando por alto su condición espiritual pretendían tener comunión con Dios.
Se consideraban con derecho a invocarlo, y a recibir respuesta, como si fuesen gente que había obedecido a Dios.
La Biblia los describe a ellos, como gente que ha dejado la ley de su Dios; pero se atreven a pedirle juicios justos y quieren acercarse a él.
El Señor les dice: me buscan cada día, quieren saber mis caminos, me piden justos juicios, quieren acercarse a mi; pero no es posible, porque no han hecho justicia y han dejado mi ley.
En otras palabras él dice: Uds. no me han obedecido, y vienen a mí, como si lo hubieran hecho, esperando que yo les responda; quieren ignorar sus pecados y la separación que estos causan entre Uds. y Yo.
En Isa.58:2; se revela que los Judíos actúan como que fueran “gente que hubiese hecho justicia”; esto es idéntico al comportamiento del fariseo de Luc.18; y a la conducta de las personas a quienes el Señor Jesús les narró esta parábola, pues se dice de ellos; que eran “unos que confiaban en sí mismos como justos”.
Los fariseos se constituyeron en la máxima expresión de la hipocresía religiosa, es decir, de una religiosidad que consiste en actos y cumplimiento de ordenanzas sin que existan en el corazón los motivos o la actitud correcta.
El fariseo de Luc.18 (oraba consigo mismo) agradeciéndole a Dios por su santidad y justicia personal.
Sabiendo que los fariseos eran estrictos en el cumplimiento de la ley, y que eran celosos como nadie más; podemos creer que ciertamente el no era como los otros hombres, el no era ladrón, no era injusto en sus negocios, no era un adultero, ni pecaba de la manera que probablemente lo había hecho el publicano.
De seguro que en verdad ayunaba dos veces a la semana, y que daba los diezmos de todo lo que ganaba. Y su satisfacción por todo esto, lo colocaba en una posición espiritual muy peligrosa; la del orgullo espiritual, que le impulsaba a la auto exaltación por confiar en las obras como su medio de alcanzar la justificación.
El fariseo estaba tan orgulloso de su “santidad," de ser tan bueno; que lo único que podía hacer era darle gracias a Dios y menospreciar al publicano.
El fariseo era recto en su conducta externa, pero su orgullo lo colocaba ante Dios en una condición muy baja y el no lo sabía.
LA HIPOCRESIA DE LOS CREYENTES.
Ese estado espiritual de muchos creyentes es semejante al del fariseo. Pretenden recibir las bendiciones de Dios y respuesta a sus peticiones a pesar de que ellos establecen sus propios limites para vivir bajo la gracia de Dios. No luchan ni resisten al pecado en sus vidas sino que solo se escudan en que: “Dios sabe que somos carne,” “él conoce nuestras debilidades” y sabe que “en lo profundo del corazón le amamos”.
La actitud de los Judíos puede considerarse un gran atrevimiento, sin embargo, es la misma que se encuentra hoy, en la vida de muchos creyentes, los cuales consideran que su pecado no es tan grande comparado con el de otros; y puede ser verdad, pero si pretenden llegar ante Dios por su propia justificación encontrarán que el camino está cerrado, porque su actitud de confiar en si mismos como justos, es otro pecado.
La falta de temor a Jehová, la falta de inclinación a la santidad, practicando una religiosidad superficial, y sin frutos; pero con la expectativa de recibir la ayuda divina, es parte normal de la vida de los inconversos, pero no debería serlo en aquellos que hemos conocido al Dios vivo.
No deberíamos olvidar que el Señor conoce los pensamientos y las intenciones del corazón, él sabe cuando sus hijos le honran de labios pero sus corazones están lejos de él, él sabe de los muchos que solo tienen apariencia de piedad.
EJEMPLOS A IMITAR: DAVID, DANIEL Y PABLO.
1. DAVID.
Cuando el rey David le falló a Dios, no pretendió pasar por alto su pecado, ni esperaba que Dios lo hiciera, sino que humillado, lo reconoció y lo confesó, también determinó cambiar su actitud, sabiendo que no estaba oculto a los ojos de Dios.
MI PECADO TE DECLARE, Y NO ENCUBRI MI INIQUIDAD. DIJE: CONFESARE MIS TRANSGRESIONES A JEHOVA; Y TU PERDONASTE LA MALDAD DE MI PECADO. (Sal.32:5)
BORRA MIS REBELIONES, LAVAME DE MI MALDAD, LIMPIAME DE MI PECADO. PORQUE YO RECONOZCO MIS REBELIONES Y MI PECADO ESTA SIEMPRE DELANTE DE MI. PURIFICAME Y SERE LIMPIO, ESCONDE TU ROSTRO DE MIS PECADOS Y BORRA TODAS MIS MALDADES (Sal.51:1,2,3,7,9)
2. DANIEL
Es admirable el proceder de Daniel; el cual a pesar de ser un varón fiel a Dios, en quien no fue hallado ningún vicio ni falta (Dan.6:4,5); no usó como argumento su condición espiritual para presentar sus peticiones a Dios.
Daniel no basó su petición en su conducta recta, aunque podía haberlo hecho, pues era fiel al Señor.
Pero se apoyó en algo muchísimo más grande que su justicia; se apoyó en las misericordias de Dios. Por eso dijo en Dan.9:18;
INCLINA OH DIOS MIO TU OIDO Y OYE; ABRE TUS OJOS, Y MIRA NUESTRAS DESOLACIONES, Y LA CIUDAD SOBRE LA CUAL ES INVOCADO TU NOMBRE; PORQUE NO ELEVAMOS NUESTROS RUEGOS ANTE TI CONFIADOS EN NUESTRAS JUSTICIAS, SINO EN TUS MUCHAS MISERICORDIAS.
3. PABLO.
El ser humano puede justificarse por sus obras, y esto tiene valor ante los demás, puede gloriarse de su conducta al compararse con otros. A esto el apóstol Pablo le llama confianza en la carne.
Para un judío, cumplir con la ley mosaica era motivo de confiar en la carne, pues se alcanzaba la propia justicia que es por la ley.
Por esto, Pablo escribe que él tiene mucho por lo cual confiar en la carne, ya que era irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley, en cuanto a celo; perseguidor de la Iglesia, en cuanto a la ley; fariseo, hebreo de hebreos, de la tribu de Benjamin, del linaje de Israel y circuncidado al octavo día (Fil.3:4,6)
Pero el apóstol Pablo se constituye en el ejemplo por excelencia para los creyentes, al sostener, que prefiere la justicia que es en Dios por la fe, y no su propia justicia que es por cumplir la ley.
Pablo muestra la misma conducta que hubo en Daniel, la prudencia y humildad del apóstol, se revelan en su actitud de no anteponer su propia justicia, la cual alcanzó por cumplir la ley de manera irreprensible. En lugar de esta, prefiere confiar en que Dios lo justifique por medio de su fe en el Señor Jesucristo.
Pablo sabe por revelación divina, que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado; por eso escribió Ro.3:20;
YA QUE POR LAS OBRAS DE LA LEY NINGUN SER HUMANO SERA JUSTIFICADO DELANTE DE DIOS, PORQUE POR MEDIO DE LA LEY ES EL CONOCIMIENTO DEL PECADO.
A pesar de ser justo por su cumplimiento de la ley; y de ser justificado por medio de su fe en Cristo; Pablo no se gloría ni de lo uno ni de lo otro, y escribe en 2Co.10:12;
NO NOS ATREVEMOS A CONTARNOS NI A COMPARARNOS CON ALGUNOS QUE SE ALABAN A SI MISMOS POR SI MISMOS, Y COMPARANDOSE CONSIGO MISMOS NO SON JUICIOSOS.
El añade, que como apóstoles de Cristo que recibieron autoridad no se gloriaban desmedidamente (v.13 y v.15), que el que se gloría, que lo haga en el Señor.
PORQUE NO ES APROBADO EL QUE SE ALABA A SI MISMO, SINO AQUEL A QUIEN DIOS ALABA. (2Co.10:18)
En todo lo mencionado anteriormente, encontramos varias actitudes totalmente distintas:
La de los Judíos; que a pesar de sus injusticias no se humillaban y esperaban respuesta de Dios.
La del fariseo; que confía en sus obras de justicia y menosprecia al publicano.
La del rey David; que reconoce su pecado, y se humilla ante Dios para ser restaurado.
La de Daniel; que a pesar de ser justo, se humilla y se apoya en la misericordia de Dios.
LA HUMILDAD IMPIDE LA HIPOCRESIA.
Nuestra actitud para no caer en el mismo error de los Judíos, debe ser semejante a la del rey David; ser sinceros en reconocer todos nuestros pecados, aunque nos parezcan pequeños.
Además, debemos permanecer humillados ante el Señor reconociendo la verdad del Salmo 69:5;
DIOS, TU CONOCES MI INSENSATEZ, Y MIS PECADOS NO TE SON OCULTOS.
Además, aunque nuestra conducta sea correcta y sepamos que no le hemos fallado al Señor; que nuestro proceder a sido siempre en temor a él; no debemos apoyarnos en nuestra propia justicia.
Debemos de orar de una forma similar a la de Daniel; diciendo: Señor te lo pido en el nombre de Jesús, confiado en su sangre y su sacrificio, sabiendo que por mi fe en él, tu me has perdonado y justificado.
Como creyentes y participantes del nuevo pacto, siempre debemos acercarnos al Trono de la Gracia confiados en el sacrificio del cordero de Dios, recordando Heb.10:19,20.
ASI QUE, HERMANOS, TENIENDO LIBERTAD PARA ENTRAR EN EL LUGAR SANTISIMO POR LA SANGRE DE JESUCRISTO, POR EL CAMINO NUEVO Y VIVO QUE EL NOS ABRIO A TRAVES DEL VELO ESTO ES DE SU CARNE... ACERQUEMONOS …
En base a lo anterior, encontramos que algunos aspectos que se encuentran en la vida de las personas, deben ser cambiados radicalmente, para poder avanzar en el desarrollo espiritual.
La hipocresía, el orgullo, la autoexaltación, la justificación propia etc. son áreas peligrosas que pueden causar la destrucción de la vida espiritual.
En Isa.58:3; el Señor les pregunta a los Judíos; ¿Por qué, dicen: ayunamos y no nos hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? Luego les expresa lo que él piensa de la actitud que tienen; revelándoles que tiene razones para no responderles.
Y podemos entender por las palabras del Señor a su pueblo, que él estaba molesto, que estaba disgustado por la actitud que tenían aún en los días solemnes que él había ordenado guardar.
Las palabras del Señor se pueden resumir en esto: “No me agrada la forma en que lo están haciendo.”
AYUNAMOS Y NO NOS HICISTE CASO...
En el capitulo 1 de Isaías; el Señor revela al pueblo su desagrado de que cumplan con las prácticas religiosas ordenadas por él, teniendo un corazón contaminado por el pecado.
El no se agradaba de sacrificios de animales, holocaustos, incienso, días de reposo y fiestas solemnes, porque había iniquidad en sus obras, y hacían lo malo delante de sus ojos.
Tampoco le agradaba la práctica del ayuno, pues lo hacían como un rito más, como parte de su misma religiosidad, y seguían viviendo en pecado sin mostrar misericordia.
Los Judíos llegaron a pensar, que por el simple hecho de practicar el ayuno continuamente, ellos estaban en una posición especial para recibir las bendiciones o las respuestas de parte de Dios.
Para ellos, el ayuno se convirtió en una especie de sacrificio ante el cual Dios debería responder inmediatamente y no podía pasarlo por alto.
Esto a pesar de que no había ninguna evidencia de humillación, de arrepentimiento, o de una verdadera confianza en el Señor.
Los Judíos desarrollaron un estilo de vida de religiosidad, lo cual es vano ante Dios, porque es del alma, y pasa por alto los principios de la vida espiritual, poniendo el énfasis únicamente en los actos externos, en lo que puede ser visto por los demás, sin importar la relación que debe desarrollarse con el creador. Además la religiosidad humana no solo es vana en su intento de mantener una relación con el Dios vivo; sino que es una ofensa a Dios que es Santo y Omnisciente, pues pretende alcanzar a Dios por medio de los actos; es decir por las obras.
La religiosidad del hombre, aunque sea en fiel cumplimiento de las ordenanzas divinas; no es del agrado de Dios si no se participa de la santidad.
Las personas religiosas hacen obras, cumplen con los mandatos y hacen todo para ser vistos por los demás hombres; pero Dios solo ve en ellos una apariencia externa sin valor.
Esa fue la razón por la cual el Señor no hizo caso de los ayunos, era imposible y es imposible; que Dios haga caso de esta clase de prácticas religiosas, en las cuales el corazón del hombre esta muy lejos de sus propósitos.
HUMILLAMOS NUESTRAS ALMAS Y NO TE DISTE POR ENTENDIDO...
Dios conoce las intenciones del corazón; él sabe cuando no existe humillación verdadera en nuestra vida. Ante los demás podemos parecer muy humildes; nuestra forma de hablar, la expresión del rostro, etc. nos pueden hacer tener apariencia de piedad, es una humildad fingida y esto se llama hipocresía.
La reprensión divina en Isa.58:3; se debe a que los Judíos dicen que se han humillado ante Dios, que le han invocado; pero Dios sabe que no lo han hecho, y los confronta, para demostrarles que ellos también saben que solo dicen que lo han hecho.
Les declara sus acciones (pues no hay nada oculto para él); y los descubre diciéndoles que en el día del ayuno buscan su propio gusto y aún oprimen a sus trabajadores.
No buscan agradar a Dios, no muestran misericordia ni aún el día en que están ayunando.
Y Dios agrega, que los días de ayuno eran ocasión de discusión, de contiendas y de herir con el puño.
Esto revela, que la insensibilidad de los judíos era tan grande, que aún en los días solemnes dedicados a buscar a Dios, su estilo de vida continuaba igual.
Ayunaban, pero se discutían con su cónyuge; estaban en día de ayuno, pero reclamaban lo suyo a su hermano; y si era necesario el uso de sus puños, es decir, de su fuerza, la usaban.
Sin embargo el simple hecho de abstenerse de alimentos por un tiempo los hacia sentirse tan espirituales, estaban orgullosos de lo que hacían, y por eso se atrevían a preguntar como lo hacen algunos creyentes ahora: Por qué no me respondes Dios ?
Escudriñando la Biblia podemos saber por qué Dios no se dio por entendido; lo que e1 rey David escribió nos da la respuesta:
AL CORAZON CONTRITO Y HUMILLADO NO DESPRECIAS TU OH DIOS, (Sal.51)
JEHOVA AL ALTIVO MIRA DE LEJOS. (Sal.138:6)
Fue por esta razón, que el Señor no se dio por entendido cuando los Judíos se habían “humillado”; por que en realidad no estaban humillados, sino fingiendo que lo estaban.
De una forma o de otra, los seres humanos pretenden engañar a Dios, pero él no puede ser burlado, jamás podremos argumentar que él se equivocó o que pasó por alto lo que hallamos hecho.
Nunca se le puede decir al Señor: aquí estoy Padre, humillado... sin que el realmente lo sepa.
Es imposible que nuestro corazón se humille, sin que toque el corazón de Dios.
Por esto surge la instrucción divina, de no ayunar como lo habían hecho hasta ese momento, lo cual nos muestra una vez más su misericordia, y es una gran evidencia de que él es el Dios que da otra oportunidad.
El desea que su pueblo camine en integridad, y nunca lo deja sin consejo, por lo cual les dice:
Si desean que yo les oiga, cambien su forma de ayunar.
NO AYUNEIS COMO HOY PARA QUE VUESTRA VOZ SEA OIDA.
En otras palabras Dios está diciendo:
Si quieren que les escuche, cambien la actitud de su corazón por que no me agrada.
Se suponía que un día de ayuno para los Judíos, debía considerarse en un día para agradar a Jehová; pero ellos lo habían convertido en un día de aflicción, de padecimiento en la carne, de maltrato del cuerpo. Es decir, que sacrificaban el cuerpo físico, creyendo que con eso agradaban a Dios, y no tenían ningún inconveniente en mostrar a los demás, que estaban en un día de ayuno por medio de su apariencia.
Dios había determinado que el ayuno fuese una práctica espiritual, y no simplemente un rito religioso.
El ayuno debía ser un tiempo de comunión con el Señor, de arrepentimiento, de buscar su palabra.
El ayuno debía ser un tiempo de ocuparse en la vida espiritual, y desligarse de los afanes terrenales, tiempo de anhelar su presencia.
El ayuno escogido por el Señor, no era externo sino del corazón, era interno y estaba muy estrechamente relacionado con humillación y misericordia.
Aún en el tiempo del ministerio terrenal del Señor Jesús, los Judíos, especialmente los líderes religiosos, continuaban practicando un ayuno que no era agradable a Dios, por eso el Señor les dijo a sus discípulos:
CUANDO AYUNEIS NO SEAIS AUSTEROS COMO LOS HIPOCRITAS; PORQUE ELLOS DEMUDAN SUS ROSTROS PARA MOSTRAR A LOS HOMBRES QUE AYUNAN... (Mat.6:16)
Los Israelitas fallaron en su comprensión de las cosas espirituales, que estaban siendo simbolizadas en las ordenanzas que Dios les había dado. De modo que no entendieron, que guardar el sábado no era más importante que sanar a un enfermo; nunca entendieron que la verdadera circuncisión no era en la carne sino en el corazón.
No comprendieron que el verdadero ayuno no era padecer hambre voluntariamente por un tiempo, sino dar de comer al necesitado.
Ahora nosotros sabemos que:
UN HOMBRE VALE MAS QUE UNA OVEJA, POR CONSIGUIENTE, ES LICITO HACER EL BIEN EN LOS DIAS DE REPOSO. (Mat.12:12)
LA CIRCUNCISION NO ES LA QUE SE HACE EXTERIORMENTE EN LA CARNE... ES LA DEL CORAZON, EN ESPIRITU, NO EN LETRA... (Rom.2:28)
Y también podemos conocer cual es el ayuno que Dios a escogido, el ayuno que le agrada a él.
La hipocresía es un gran obstáculo para poder edificar.
La religiosidad es otro obstáculo.
Lo primero que debemos hacer los edificadores, es quitar de nuestra vida los escombros de egoísmo y de intereses propios; tenemos que identificar y remover todas nuestras intenciones interesadas y nuestras actitudes fingidas.
Impide la reedificación, porque es legalista, restringe la libertad y limita lo que puede ser hecho.
Es necesario que los edificadores desechemos todos los mandamientos de hombres, que dejemos de juzgar antes de tiempo y que ya no construyamos apariencias.
Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás,
y serás llamado reparador de portillos,
restaurador de calzadas para habitar.
(Isaías 58:12)