SI QUITARES DE ENMEDIO DE TI EL YUGO.
Un yugo es un instrumento que esclaviza, que impide la libertad, que obliga a trabajar para otro. Y es el deseo de Dios, que toda forma de yugo sea desechado por su pueblo, pues hemos sido llamados a libertad y a libertar a los cautivos.
Como edificadores debemos quitar los yugos que el diablo ha puesto sobre las personas; pero primero tenemos que quitar los yugos que nosotros hayamos puesto, porque como hijos de Dios ya no podemos atar u oprimir a otras personas.
No debemos libertar a las personas, para luego convertirlos en nuestros esclavos. Dios no hace esto con nosotros aunque nos ha comprado a precio de sangre y tiene el derecho de tomar nuestras vidas. Pero él prefiere darnos la libertad de decidir si nos convertimos en sus siervos o no.
El abuso de autoridad de algunos ministros, o la forma de dirigir de algunos líderes en las congregaciones, son formas de yugo. Y por esto muchos cristianos no viven en libertad, sino en opresión y temor; porque aquellos que están ejerciendo la autoridad delegada (la cual es limitada); en realidad están imponiéndose, obligando a las personas a actuar, aún en áreas que no son espirituales.
Las exigencias materiales que una mujer hace a su esposo, cuando él no está en la capacidad de suplir lo que ella desea; es otra forma de yugo que ya no debe ser usado por las mujeres cristianas.
El esposo, que no usa sabiduría sino imposición para gobernar su casa, ha sometido a su familia bajo un yugo el cual debe quitar.
Todas las formas de nuestra conducta que obligan a otros a actuar contra su voluntad, todas las acciones que de una o de otra forma oprimen la mente de otros, son yugos que deben ser quitados de en medio de nosotros.
Gritar, poner condiciones, mostrar indiferencia, retener lo que es justo, exigir más, condenar, maldecir, ofender de palabra, acusar, juzgar, hablar con dureza. etc. etc. son formas de opresión con las que nos atan y atamos a otros. Son actitudes a las que estamos acostumbrados pero que desagradan a Dios, y causan mucho daño, por lo cual debemos anularlas en nuestra vida.
SI QUITARES EL DEDO AMENAZADOR.
Las amenazas son muestra de la intención de dañar o destruir, son evidencias de odio y de deseo de venganza.
Cuando amenazamos a alguien, ya cometimos un pecado, pues en nuestro corazón ya existe el rencor, el menosprecio y malos deseos contra esa persona.
Cuando padecemos injustamente, nuestro viejo hombre procura levantarse para hacer padecer a los que nos dañan; pero la actitud que Dios espera de nosotros es la del Señor Jesús.
… QUIEN CUANDO PADECIA, NO AMENAZABA, SINO ENCOMENDABA LA CAUSA AL QUE JUZGA JUSTAMENTE. (1Pe.2:23)
SEA VUESTRA PALABRA SIEMPRE CON GRACIA …(Col.4:6)
Es un requisito indispensable de los edificadores, que quiten toda actitud de amenaza, por dos razones:
Primera: No podemos amenazar (ni dañar), a los creyentes que están edificando de una manera diferente, o en un lugar diferente al nuestro, (aunque nos hallan causado daño); porque eso es dañar el mismo cuerpo que estamos edificando.
La Iglesia del Señor, no será edificada correctamente mientras los creyentes o líderes estén procurando vengarse entre sí.
Segunda: No podemos amenazar a los que no son creyentes, porque ellos son enemigos de Dios que deben ser reconciliados. Ellos son parte de las ruinas que deben ser levantadas, para que sean parte del edificio de Dios.
Las contiendas son muestra de una naturaleza no regenerada, por eso el Apóstol Pablo escribe a los Corintios que es una falta en ellos que tengan pleitos entre sí (1Co.6:7) y les pregunta: Por qué no sufren el ser agraviados ?
Además debemos dejar la venganza en las manos de Dios, soportar las injusticias, bendecir a los que nos maldicen y procurar estar en paz con todos. (Rom.12:17,19). Y esto particularmente se aplica a la mayoría de nuestras relaciones con los inconversos, pero también con muchos cristianos que actúan como instrumentos de injusticia.
En todo momento tenemos que estar conscientes de nuestra vida espiritual, de modo que podamos ser ejemplo para los demás con nuestra conducta. Por lo general es muy difícil no reaccionar en la carne, pero lo que debemos hacer es andar en el espíritu para poder ser pacientes, benignos, bondadosos, mansos, templados; y tener amor, gozo, paz y fe.
SI QUITARES EL HABLAR VANIDAD.
La Biblia contiene muchas referencias a la vanidad, y en ellas se presentan las ideas siguientes:
Lo que no aprovecha (1Sam.12:21.)
Cosas sin sentido (Job.35:13)
Algo temporal o pasajero (Sal.62:9)
Cosas engañosas (Isa.59:4)
A lo que el hombre natural está sujeto (Ro.8:20)
Lo que comúnmente se habla (Tit.1:10)
El corazón del hombre es muy engañoso, pero a pesar de ello, uno siempre sabe cuando está hablando vanidades.
Del corazón, proceden las palabras huecas, las palabras insensatas, y por medio de ellas se revela la altivez y la fantasía en que viven las personas.
En la escritura; “vanidades” y “palabras vanas,” son una referencia a las cosas inútiles, de las cuales no se obtendrá ningún provecho duradero.
Palabras ociosas, sin fruto, sin sentido o valor, son el resultado de caminar en la vanidad de la mente (Efe.4:17).
Hablar vanidades, no es aplicado solo a las personas que hablan de lo que no tienen como si lo tuviesen, que hablan de grandezas (o con fanfarronería), sino también a los que se detienen en las cosas de este mundo, en las cosas pasajeras.
Dios desea que su pueblo hable sabiduría; no necedades ni palabras viles. Las palabras liberan poder espiritual, y son muy importantes porque por ellas somos justificados o condenados.
YO OS DIGO QUE DE TODA PALABRA OCIOSA QUE HABLEN LOS HOMBRES DE ELLA DARAN CUENTA EN EL DIA DEL JUICIO (Mat.12:36)
Con nuestras palabras podemos dar vida o muerte, bendición o maldición:
LA MUERTE Y LA VIDA ESTAN EN PODER DE LA LENGUA (Pro.18;21)
Con nuestras palabras podemos levantar o derribar, en nuestras palabras existe el poder para edificar y para destruir. Las palabras pueden ser como medicina o como golpes:
HAY HOMBRES CUYAS PALABRAS SON COMO GOLPES DE ESPADA; MAS LA LENGUA DE LOS SABIOS ES MEDICINA (Pro.12:18)
De la boca de un edificador no deben salir palabras vanas, tenemos que cuidar nuestro hablar, ser ejemplo en palabra a los demás.
Las palabras de un edificador han de ser de bendición, de consuelo o ánimo, deben ser palabras que edifiquen.
NINGUNA PALABRA CORROMPIDA SALGA DE VUESTRA BOCA, SINO LA QUE SEA BUENA PARA LA NECESARIA EDIFICACION A FIN DE DAR GRACIA A LOS OYENTES. (Efe.4:29)
Parte del dominio propio que cada creyente debe ejercitar, está relacionado con sus palabras. Debemos ser cuidadosos con nuestros pensamientos y palabras.
SI ALGUNO NO OFENDE EN PALABRA, ESTE ES VARON PERFECTO, CAPAZ TAMBIEN DE REFRENAR TODO EL CUERPO (Sant.3:2)
Debemos llenar nuestro corazón de palabra buena, porque esto es lo que hablará la boca.
Nuestra mirada tiene que ser puesta en las cosas que no se ven por que esas son eternas, las que se ven son temporales, son vanidades.
Nuestra mente debe ser renovada para que podamos transformarnos; y caminar en una vida nueva, para que no suceda que bendigamos al Dios y Padre nuestro, y maldigamos a los hombres que están hechos a su semejanza.
DE UNA MISMA BOCA PROCEDEN BENDICION Y MALDICION. HERMANOS MIOS, ESTO NO DEBE SER ASI (Sant.3:10)
SI DIERES TU PAN AL HAMBRIENTO
Darle pan al hambriento, es una verdadera muestra del amor de Dios. Es probable que para poder cumplir esta palabra, en algunas ocasiones sea necesario quedarnos sin pan para nosotros, y eso es lo que honra a Dios; que podamos preferirnos los unos a los otros.
NINGUNO BUSQUE SU PROPIO BIEN, SINO EL DEL OTRO (1Co.10:24)
Como edificadores debemos compartir el alimento con los necesitados, no con el que tiene y puede compartir lo suyo con nosotros, sino con aquel que no tiene nada que darnos.
Es una actitud incorrecta invitar a comer a quienes no tienen necesidad, sino por el contrario tienen más que nosotros; y lo hacemos por interés de recibir más de lo que les dimos.
La instrucción del Señor fue muy clara; él dijo que cuando hiciéramos cena, no llamáramos a los amigos ni a los hermanos, ni a los parientes, ni a vecinos ricos (Luc.14:12)
MAS CUANDO HAGAS BANQUETE LLAMA A LOS POBRES … Y SERAS BIENAVENTURADO PORQUE ELLOS NO TE PUEDEN RECOMPENSAR PERO TE SERA RECOMPENSADO… (Luc.14:13,14)
Es común en el mundo, que la gente dé a otros que pueden darles de regreso, pero en Cristo debería ser común dar a quienes no pueden darnos. También es común que la gente reparta lo que no le cuesta nada, es decir que dan lo que no es suyo, pero la instrucción divina es: si dieres tu pan …
El Señor Jesús dijo a sus discípulos que a los pobres siempre los tendrían con ellos, y lo enfocó en el sentido de que siempre tendrían la oportunidad de ayudarles (Jn.12:8).
Aquí es importante notar, que para poder dar debemos tener algo que dar; lo cual significa que no podemos estar en necesidad, sino en victoria sobre ella, con la capacidad de ayudar a suplir la necesidad de otros. Los edificadores no están en el lado de los necesitados, sino en el lado de los que ayudan a los pobres.
Pero se debe aclarar, que cuando se trata de compartir; por muy poco que alguien tenga siempre podrá hacerlo, ya que esto es una actitud de corazón. No son pobres los que no tienen que dar, sino los que no tienen la disposición de compartir.
Y SACIARES AL ALMA AFLIGIDA
Para saciar una alma afligida, no basta con la voluntad, sino que es necesaria la capacidad espiritual para dar consolación.
En Rom.12:15; el apóstol Pablo escribió algo que debemos aplicar en nuestra relación con los demás, esta debe ser nuestra actitud ante el sufrimiento ajeno:
LLORAD CON LOS QUE LLORAN (Rom.12:15)
Esto nos da la idea de identificarnos con el que sufre, de acercarnos a las personas para ayudarles a sobrellevar sus cargas y para darles la consolación necesaria.
Pero lo que hagamos por los afligidos, dependerá principalmente de la sensibilidad de nuestro corazón. Y por esta razón debemos ejercitarnos para la piedad (1Tim.4:7) desarrollando nuestra sensibilidad, de modo que lleguemos al nivel de poder percibir (reconocer en el espíritu) quien está afligido.
La sensibilidad de nuestro corazón, determinará lo que habremos de hacer por ayudar a una persona que está afligida. Es decir que nosotros somos impulsados de acuerdo al grado de sensibilidad que poseamos, ya sea para hacer sacrificios, o solo acciones insignificantes y simbólicas.
De la sensibilidad de nuestro corazón, también depende el oír la voz de Dios para dar palabras proféticas (de edificación exhortación y consolación) a los afligidos.
Algo muy importante que también tenemos que comprender, es que podemos ayudar a los débiles con sus cargas, solamente en la medida que nosotros hemos avanzado hacia la madurez.
Por eso está escrito que los fuertes ayuden a los débiles a llevar sus cargas.
ASI QUE LOS QUE SOMOS FUERTES DEBEMOS SOPORTAR LAS FLAQUEZAS DE LOS DEBILES. (Rom.15:1)
SOBRELLEVAD LOS UNOS LAS CARGAS DE LOS OTROS, Y CUMPLID ASI LA LEY DE CRISTO. (Gal.6:2)
Además, nosotros podremos consolar a los que están en tribulación, en la medida que hayamos tenido experiencias en medio de tribulaciones y hayamos sido consolados.
DIOS NOS CONSUELA EN TODAS NUESTRAS TRIBULACIONES,PARA QUE PODAMOS TAMBIEN NOSOTROS CONSOLAR A LOS QUE ESTAN EN CUALQUIER TRIBULACION (2Co.1:4)
Podemos comprender a otros, cuando hemos estado en la misma condición que ellos, y podemos señalarles el camino cuando ya hemos pasado por él.
De modo que nuestros sufrimientos o padecimientos del pasado, son como un entrenamiento en el cual adquirimos fortaleza y sabiduría que ahora pueden beneficiar a otros. Y nuestros padecimientos o tribulaciones presentes, nos permitirán recibir consolación para ayudar a otros en el futuro.
Aquí es donde hay un gran sentido en lo escrito en Rom.8:28:
Y SABEMOS QUE A LOS QUE AMAN A DIOS, TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN …
Saciar al alma afligida; es sacar a la persona de su angustia, del luto, del dolor o de su necesidad.
Nadie puede edificar y destruir a la vez; es cierto que hay que remover las ruinas, pero también es necesario tener el cuidado de no producir más ruinas.
La opresión destruye, las amenazas atemorizan y paralizan a las personas,
Para ser irreprensibles es necesario tener cuidado de nuestra boca, de nuestras manos, de nuestra mente y de nuestro corazón.
Es cambiar la tristeza en gozo, la frustración en esperanza, la confusión en paz. También es liberar de la opresión y de la condenación causada por el diablo. Y todo esto es posible con la palabra de Dios.
Las palabras vanas entontecen y el egoísmo produce frustración.
Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás,
y serás llamado reparador de portillos,
restaurador de calzadas para habitar.
(Isaías 58:12)